domingo, 9 de septiembre de 2012

RECUERDA


Recuerdas. Estaba de un lugar a otro, de unos amigos a otros, de arriba abajo, gritando desde el alma ¡Dónde estás! Desde que empecé a tener conciencia de esa voz interior, que me confundió ¿Qué es esa voz? ¿De dónde viene? ¿Soy yo? ¿No es alguien más? ¿Si soy yo, soy dios? Me siento solo ¿Dónde estás? No tengo hermanos. Mamá, le dije, ¿puedo tener un hermano? No, ya no. Me respondió. ¿Y ahora? ¿Cómo voy a pasar mi vida? ¿Solo? ¿Puedo tener un perro? ¿Para qué quieres un perro? Me preguntó. Para que este conmigo. Para que juegue conmigo. No, no quiere perros tu papá en la casa, me respondió. Estoy solo. Escuchaba otras voces de la radio, hablaban de guerra, de aviones surcando el cielo, de un presidente, de crisis. ¿Y eso? Salí a la puerta a asomarme a la calle y ver el cielo. Esperaba ver los aviones. Nada. ¿De qué guerra hablan? ¿Es otro mundo? Y crecí buscándote. Tienes que estudiar para trabajar, para tener una casa, para tener una familia, para tener unos hijos, para cuidarlos, para envejecer, para morir. ¿Qué? Yo lo que quiero es encontrarte, que estés conmigo, que juegues conmigo, que vayamos juntos a ver el mundo, a pasear, a nadar, a caminar por ahí. Crecí y seguí solo, buscándote, esperando que aparecieras, que tuvieras el mismo interés por vivir que yo. ¡Dónde putas estás! Me angustiaba. Empecé a dar lo que me pedían por un poco de afecto, por un poco de atención, quizá un día de estos tuviera la suerte de encontrarte. Me hastié. Cuerpos, piernas, bocas, manos, ojos, y más cuerpos, más piernas, más bocas, más y más y más. Ninguno eras tú. Estoy harto. Cansado de buscar. Me empezaron a juzgar. Pero nadie parecía tener el mismo problema. Todos estaban aparentemente bien. Todos parecían conformarse con sus vidas, tal cual. Yo seguía sintiéndome incompleto. Todos parecían tener una sola voz. La misma con la que juzgaban todo tan fácilmente. Conocí el elixir que solucionaba el problema en parte, olvidarme por ratos de ti. Luces neón, música estridente, caras desconocidas, inhalar por los poros la música, y bailar, bailar, bailar hasta la madrugada, hasta la última canción. La semana no tenía sentido hasta volver al fin, a ponerme inmune ante tu ausencia ¡Dónde estás! Después de todo, parece que yo salgo sobrando. Que el deseo por amar, claro, cómo yo lo entiendo, no es de aquí. Y llegaba el fin, y volver a la pista, donde si yo no encontraba sentido, podía darle sentido a los demás, sus ojos brillaban de colores, sus vidas encerradas en cuatro paredes parecían tomar relevancia ¿por qué no unirme? Por lo menos en algo que a ellos si les importa. A mí que carajos, me importa poco mientras de una u otra forma pueda pasar el tiempo, mientras de una u otra manera pueda encontrar sentido al tiempo que paso sin ti.  Sin embargo, cada que intentaba hacer algo para poder hacer soportable tu silencio, cada intento se volvía tarde o temprano en un sinsentido. Luego de la desesperanza, llegaba la rebeldía. ¿Qué significa estudiar, trabajar, casarse, hacer dinero? Estudiar un idioma, practicar un deporte, convertir a los hombres, convertirte a una religión, hablar de política, procurar la salud física, la salud mental, sino estas tú. La vida sigue, me decían. Si, la vida seguía, así como parecía. Como una planta, como un árbol, como un rábano engarzado de hojas verdes y porosas, como bello platanar cargado al que nadie hace caso y su fruto se va cayendo y pudriendo sin que nadie se los coma. Y una y otra vez, viendo los rostros, creyendo haberte encontrado resultaba aún más perversa esta vida cuando tratando de darme una oportunidad con el bien encontrado, tenían otros planes, o los mismos que me habían indicado pero que yo no acepté: materialismo, dinero, bienes ¿Qué tienes? ¿Qué ofreces? Que pérdida de tiempo al buscar entre los cuerpos. Nunca se me ocurrió buscar en el alma. No importa ahora.Tengo la impresión que si existes, tú sufriste lo mismo en mi encuentro. Te entiendo. Ya deberías saber que te amo y que siempre lo haré. Recuerda.

Elan Aguilar